El hierro es un mineral clave para el funcionamiento adecuado del cuerpo humano en todas las etapas vitales. Su principal función es la producción de hemoglobina, la proteína responsable de transportar oxígeno desde los pulmones al resto del cuerpo. Además, el hierro es esencial para la producción de mioglobina, que lleva oxígeno a los músculos, y contribuye en el buen funcionamiento del sistema inmunológico y el desarrollo cognitivo.
Sin embargo, los requerimientos de hierro varían a lo largo de la vida, dependiendo de factores como la edad, el sexo y el estado de salud.
Hierro en la infancia
Durante la infancia, el hierro es necesario para el proceso de crecimiento y desarrollo. Los bebés nacen con una reserva de hierro que adquieren de su madre durante el embarazo, pero estas reservas empiezan a disminuir después de los seis meses de edad. A partir de este momento, es necesario que los bebés obtengan hierro, principalmente a través de los alimentos.
La deficiencia de hierro en la infancia puede afectar el desarrollo cognitivo y motor, lo que puede tener consecuencias a largo plazo en el rendimiento académico y el desarrollo general del niño. Sobre este tema, profundizamos en este artículo sobre la anemia infantil y el desarrollo cognitivo de los niños.
Hierro en la adolescencia
Durante la adolescencia, las necesidades de hierro aumentan significativamente debido al rápido crecimiento y, en el caso de las niñas, a la llegada de la menstruación. Además, los adolescentes también pueden desarrollar hábitos alimenticios poco saludables, lo que incrementa el riesgo de deficiencia.
La deficiencia de hierro en la adolescencia puede provocar fatiga, debilidad y dificultad para concentrarse, lo que afecta el rendimiento escolar y deportivo.
Hierro en la edad adulta
En los adultos, las necesidades de hierro varían según el género y el estado fisiológico. Las mujeres en edad fértil requieren más hierro debido a las pérdidas menstruales. Además, el hierro es importante durante el embarazo, ya que las mujeres necesitan nutrir al feto y mantener la propia salud.
La falta de hierro durante el embarazo puede causar anemia, lo que aumenta el riesgo de complicaciones tanto para la madre como para el bebé, incluyendo parto prematuro y bajo peso al nacer. Por ello, la Organización Mundial de la Salud recomienda la administración diaria de suplementos de hierro y ácido fólico como parte de los cuidados prenatales para reducir el riesgo de bajo peso del recién nacido, la deficiencia de hierro y la anemia materna (1).
Por otro lado, los hombres adultos generalmente necesitan menos hierro que las mujeres, pero aún es fundamental para mantener la energía y prevenir la fatiga. Los adultos que siguen dietas vegetarianas o veganas también deben prestar especial atención a sus niveles de hierro, ya que las fuentes vegetales de hierro no se absorben tan fácilmente como las de origen animal y podría ser necesario recurrir a la suplementación.
En este artículo ampliamos sobre el impacto de la deficiencia de hierro a nivel productivo en las personas adultas.
Hierro en la tercera edad
En la tercera edad, las necesidades de hierro tienden a disminuir, especialmente en mujeres posmenopáusicas que ya no tienen pérdidas menstruales. Sin embargo, algunas personas mayores pueden tener dificultades para absorber hierro debido a cambios en el sistema digestivo o como efecto secundario de ciertos medicamentos. Además, el apetito tiende a disminuir con la edad, lo que puede llevar a una ingesta insuficiente de hierro.
La deficiencia de hierro en los ancianos puede causar anemia, que a menudo se manifiesta como fatiga, debilidad y una menor capacidad para realizar actividades cotidianas. Sobre esto, un estudio sobre anemia ferropénica en adultos mayores, encontró que las dosis bajas de hierro producen aumentos de hemoglobina similares a los que se consiguen con dosis más altas, pero con menos efectos adversos (2), lo que nos recuerda la importancia de los suplementos, siempre y cuando sean administrados en dosis adecuadas, recomendadas por un médico especialista.
Fuentes de hierro
Existen dos tipos de hierro en los alimentos, según su origen.
- Hierro hemo (origen animal): se encuentra en las carnes rojas, pollo, pavo, pescados y mariscos.
- Hierro no hemo (origen vegetal): lentejas, garbanzos, frijoles, verduras de hoja verde, cereales fortificados, frutos secos, tofu y otros productos alimenticios derivados de la soya.
Ambas formas de hierro son importantes, la diferencia es que el hierro de origen animal se absorbe mejor en el organismo.
Otra fuente de hierro son los suplementos. En ese sentido, los más comunes son:
- Carboximaltosa de hierro: es un complejo de hierro intravenoso que se utiliza en casos en los que no se tolera la suplementación oral.
- Hierro férrico polimaltosado: es un suplemento de hierro de liberación prolongada que tiende a ser mejor tolerado, con menos efectos secundarios gastrointestinales.
- Hierro sacarosa: es una combinación de complejo de hierro y sacarosa, que se administra de forma intravenosa.
- Sulfato ferroso: es uno de los suplementos de hierro más comunes. Se encuentra en forma de tabletas, cápsulas o líquidos.
La suplementación adecuada durante las etapas de crecimiento, embarazo y lactancia son esenciales para mantener el funcionamiento y desarrollo celular de los tejidos propios y del feto, niño y adolescente. La primera línea de tratamiento de la deficiencia de hierro son los suplementos orales, existen diferentes presentaciones las cuales son bastante eficientes, sin embargo, se diferencian en el perfil de seguridad, evitando así los diferentes eventos adversos como dolor abdominal, estreñimiento, náuseas, dientes amarillos etc. Los suplementos de hierro con cubierta como el hierro polimaltosado entre otros son una excelente opción.
Referencias:
1. World Health Organization. Antenatal iron supplementation [Internet]. [Consultado el 24 de octubre de 2024]. Disponible en: https://www.who.int/data/nutrition/nlis/info/antenatal-iron-supplementation#:~:text=The%20suggested%20dose%20is%20120,the%20Global%20Nutrition%20Monitoring%20Framework
2.Lindblad AJ, Cotton C, Allan GM. Iron deficiency anemia in the elderly. [Internet] Can Fam Physician. 2015. [Consultado el 24 de octubre de 2024]. Disponible en: https://pmc.ncbi.nlm.nih.gov/articles/PMC4325864/