El hierro es un mineral responsable de muchos procesos vitales del organismo. De allí que no sólo sea necesario asegurarse de tener una buena ingesta de este mineral (por medio de los alimentos y los suplementos), sino tomar medidas para prevenir su deficiencia, una condición que puede tener graves consecuencias de no ser tratada.
La deficiencia de hierro es la carencia nutricional más frecuente en el mundo y, cuando progresa, produce anemia ferropénica. Aunque muchas personas creen que “estar cansado” es normal, la falta de hierro puede reducir la energía, afectar la concentración, y tener consecuencias graves durante el embarazo y en la infancia.
En este artículo revisamos qué es la deficiencia de hierro, quiénes corren más riesgo, cómo se diagnostica y trata, y qué se puede hacer para prevenirla.
¿Por qué es importante el hierro?
El hierro es esencial porque forma parte de la hemoglobina, la proteína que transporta oxígeno en la sangre. También interviene en la producción de energía, en el sistema inmune y en procesos cerebrales importantes para la concentración y el desarrollo en niños. Si faltan reservas de hierro, el cuerpo no puede fabricar glóbulos rojos sanos y se produce la anemia (1).
¿Qué es la deficiencia de hierro?
Es una micro deficiencia nutricional que ocurre cuando el cuerpo agota sus reservas de hierro y disminuyen los niveles de hemoglobina. Esta disminución es progresiva y tiene tres etapas:
Deficiencia leve o agotamiento de reservas de hierro: en esta etapa, los depósitos de hierro del cuerpo comienzan a disminuir. Esto se refleja en niveles bajos de ferritina, que es la proteína que almacena hierro en el cuerpo, y en la disminución del hierro disponible en la médula ósea, donde se producen los glóbulos rojos (1)
Deficiencia moderada o funcional (afectando la producción de glóbulos rojos): cuando las reservas de hierro están casi agotadas, el cuerpo tiene menos hierro disponible para fabricar glóbulos rojos. Esto se observa en los niveles de transferrina, (la encargada de transportar el hierro en la sangre). Aunque los niveles de transferrina sean bajos y las reservas están disminuidas, los niveles de hemoglobina suelen permanecer dentro del rango normal en esta etapa (1)
Anemia ferropénica (IDA): cuando la deficiencia avanza, las reservas de hierro se agotan por completo. Los niveles de hemoglobina disminuyen, y los glóbulos rojos se vuelven pequeños y pálidos debido a la falta de hierro. En esta etapa, la ferritina es muy baja, indicando que no quedan reservas, y la transferrina puede estar alta porque el cuerpo intenta transportar más hierro disponible a las células (1).
¿A quiénes afecta más la deficiencia de hierro?
La deficiencia de hierro afecta a millones de personas en todo el mundo. Los grupos con mayor riesgo incluyen:
- Mujeres en edad fértil, sobre todo aquellas con menstruaciones muy abundantes (2).
- Mujeres embarazadas, en lactancia o en el posparto reciente, debido al aumento de necesidades de hierro (2).
- Personas que han tenido cirugías importantes o traumatismos, ya que pueden haber perdido sangre (2).
- Quienes padecen enfermedades digestivas como celiaquía, colitis ulcerosa o enfermedad de Crohn, que dificultan la absorción de nutrientes (2)
- Pacientes con úlcera péptica, por riesgo de sangrado interno (2).
- Personas que usan antiácidos de forma prolongada, porque interfieren con la absorción del hierro (2).
- Individuos sometidos a cirugía bariátrica, especialmente quienes se realizaron un bypass gástrico (2).
- Vegetarianos y veganos, o quienes tienen dietas con bajo consumo de carne, pollo o pescado, ya que el hierro de origen vegetal se absorbe peor (2).
- Niños que consumen grandes cantidades de leche de vaca (más de medio litro al día), porque esta bebida aporta poco hierro, dificulta su absorción y puede irritar el intestino, causando pérdidas pequeñas pero continuas de sangre (2).
La Organización Mundial de la Salud y revisiones recientes destacan la carga global de la anemia y el gran peso que la deficiencia de hierro representa dentro de las anemias. De los 1620 millones de casos de anemia en el mundo, aproximadamente la mitad corresponden a la anemia ferropénica (1).
Causas de la deficiencia de hierro
La deficiencia aparece cuando la demanda de hierro supera la disponibilidad, por ejemplo:
Baja ingesta alimentaria de hierro (poca carne o alimentos enriquecidos) (1)
Aumento de requerimientos: embarazo, crecimiento infantil y adolescencia (1).
Pérdidas de sangre: menstruaciones abundantes, hemorragias digestivas (úlceras, pólipos, cáncer), donaciones frecuentes de sangre (1).
Malabsorción: enfermedad celíaca, cirugía bariátrica, enfermedades inflamatorias intestinales (1)
Otras causas menos comunes pueden ser:
Sangrado en el aparato digestivo, que puede deberse a gastritis (inflamación del estómago), esofagitis, úlceras en estómago o intestinos, hemorroides, angiodisplasia (vasos sanguíneos frágiles en el tracto digestivo), infecciones como diverticulitis o la presencia de tumores en esófago, estómago, intestino delgado o colon (2)
Hemorragias nasales repetidas que generan pérdidas de sangre constantes (2).
Sangrado en el sistema urinario, proveniente de riñones o vejiga (2).
Donar sangre con mucha frecuencia, lo que reduce las reservas de hierro (2).
Hemólisis intravascular, una condición en la que los glóbulos rojos se rompen dentro de los vasos sanguíneos y el hierro liberado se elimina por la orina. Esto puede suceder en personas que hacen ejercicio intenso, sobre todo corredores, ya que el impacto constante de los pies daña pequeños vasos sanguíneos (fenómeno llamado “hematuria del corredor”). También puede aparecer en otras circunstancias, como el uso de válvulas cardíacas dañadas o enfermedades poco comunes, por ejemplo, la púrpura trombocitopénica trombótica (PTT) o la coagulación intravascular diseminada (CID) (2).
Síntomas de la deficiencia de hierro
La deficiencia de hierro puede empezar sin síntomas (solo bajan las reservas). Cuando avanza aparecen:
- Piel pálida o con tono amarillento (2)
- Cansancio constante o sensación de falta de energía sin causa aparente (2).
- Dificultad para respirar o dolor en el pecho, sobre todo al realizar esfuerzo (2).
- Debilidad generalizada que no tiene explicación clara (2).
- Palpitaciones o ritmo cardíaco más rápido de lo normal (2).
- Zumbidos o pitidos en los oídos (2).
- Dolor de cabeza, que puede empeorar con la actividad (2).
- Antojos inusuales de hielo, tierra o arcilla (llamado “picofagia”) (2).
- Lengua sensible, adolorida o con superficie lisa (2).
- Uñas frágiles y tendencia a que se quiebren, caída del cabello (2).
- Problemas para dormir o sueño poco reparador (2).
- Mareos o sensación de vértigo (2).
- Sensibilidad al frío o dificultad para mantenerse abrigado (2).
Cómo se diagnostica la deficiencia de hierro
La anemia por deficiencia de hierro se confirma mediante análisis de sangre, que siempre deben incluir un hemograma completo. También se pueden pedir pruebas adicionales para medir los niveles de ferritina (proteína que almacena hierro), hierro en sangre, la capacidad total de unión al hierro y la transferrina (proteína que transporta el hierro).
En personas con anemia ferropénica, los resultados típicos suelen ser:
- Hemoglobina y hematocrito bajos, indicando menos glóbulos rojos o menos hemoglobina en ellos (2).
- Volumen corpuscular medio (VCM) bajo, es decir, glóbulos rojos más pequeños de lo normal (2).
- Ferritina baja, mostrando que las reservas de hierro están agotadas (2).
- Hierro sérico bajo, reflejando poco hierro disponible en la sangre (2).
- Transferrina elevada o alta capacidad total de unión al hierro, ya que el cuerpo intenta transportar más hierro (2).
- Saturación de hierro baja, indicando que menos hierro está siendo transportado a las células (2).
Tratamiento: cómo reponer hierro
Suplementación oral
La práctica clínica recomienda suplementos de hierro oral que aporten hierro elemental (las formas más usadas son sulfato, fumarato o gluconato ferroso). El esquema típico suministra suficiente hierro elemental diario para corregir la anemia y reponer reservas; la duración mínima suele ser al menos 3 meses después de normalizar la hemoglobina para asegurar la reposición. Tomarlo separado de productos que inhiben la absorción y, si es posible, junto con vitamina C mejora la absorción (3). Otras formas de suplementos de hierro disponibles son carboximaltosa de hierro, hierro férrico polimaltosado y hierro sacarosa.
Suplementación intravenosa
Se recomienda hierro IV cuando hay intolerancia a la vía oral, malabsorción (por ejemplo tras cirugía bariátrica o enfermedad celíaca activa), pérdidas muy altas o necesidad de reposición rápida (embarazo avanzado con anemia severa, preparación preoperatoria, algunos casos de enfermedad crónica). Existen presentaciones seguras y eficaces si se administran en contextos hospitalarios adecuados (3).
Tratar la causa de base
Es crucial identificar y tratar la fuente de pérdida (ej. sangrado digestivo o menorragia), ya que, sin corregir la causa, la suplementación sola será insuficiente.
Prevención de la deficiencia de hierro
Consumir fuentes de hierro: carnes rojas, pollo, pescado, legumbres, verduras de hoja, cereales fortificados (1)
Uso de suplementos de hierro en caso de que la alimentación no cubra las necesidades de ingesta de hierro y el médico así lo recomiende (1).
Acudir al médico en caso de cansancio prolongado o síntomas que puedan indicar anemia ferropénica.
En el caso de las mujeres embarazadas se recomienda la suplementación rutinaria de hierro durante el embarazo para prevenir anemia y proteger el desarrollo fetal; en este sentido la detección y el manejo temprano son prioritarios (1). La evidencia muestra que la deficiencia de hierro en el período perinatal y en la primera infancia puede afectar el desarrollo cognitivo y el rendimiento escolar. Detectar y corregir la deficiencia en etapas tempranas es una prioridad de salud pública para proteger el desarrollo cerebral (4).
Interacciones y precauciones importantes
Es importante recordar que, si bien los suplementos de hierro pueden ser muy útiles para tratar la deficiencia de hierro, pueden interactuar con ciertos medicamentos y afectar su eficacia o la absorción del hierro. Por eso, quienes toman estos fármacos regularmente deben consultar a su médico sobre sus niveles de hierro:
Levodopa (usada para Parkinson y síndrome de piernas inquietas): el hierro puede reducir la absorción de levodopa, disminuyendo su efecto en el cuerpo. Las etiquetas de estos medicamentos advierten sobre esta interacción y recomiendan precaución (1).
Levotiroxina (utilizada para hipotiroidismo, bocio o cáncer de tiroides): tomar hierro al mismo tiempo puede reducir la efectividad de la levotiroxina. Se aconseja separar la toma de hierro y levotiroxina al menos 4 horas para evitar esta interacción (1).
Inhibidores de la bomba de protones (como lansoprazol u omeprazol): estos fármacos reducen la acidez del estómago, lo que puede dificultar la absorción del hierro no hemo (el que proviene de vegetales o suplementos). En personas con reservas normales de hierro, el uso prolongado no suele causar anemia, pero en quienes ya tienen deficiencia, la suplementación puede ser menos efectiva (1).
Noviembre: mes de concienciación sobre la deficiencia de hierro
El 26 de noviembre es el día mundial del Déficit de Hierro, una fecha para concienciar sobre la relevancia de este mineral y su impacto en la salud pública. Por ello, es importante tener presentes algunas medidas básicas pero muy útiles para prevenir esta condición:
No normalizar el cansancio persistente: si la fatiga es crónica, es necesario consultar con el médico para que éste solicite los análisis que correspondan.
Grupos en riesgo: mujeres en edad fértil, embarazadas, niños pequeños y adolescentes deben recibir atención preventiva.
Pequeños cambios en la dieta importan: incorporar alimentos ricos en hierro y tener una dieta saludable y variada no sólo contribuye a mejorar la ingesta de este mineral, sino a una mejor salud general.
La suplementación puede ser una gran aliada, siempre y cuando sea necesaria y recomendada por un profesional de la salud.
Conclusión
La deficiencia de hierro es muy frecuente pero prevenible y tratable. Con diagnóstico oportuno, intervención nutricional y suplementación adecuada es posible reducir su impacto en la salud individual y comunitaria. En noviembre, momento de concienciación global, es clave difundir estos mensajes y asegurar que quienes lo necesiten reciban pruebas y tratamiento oportuno.
Referencias
- Iron.Fact Sheet for Health Professionals [Internet]. National Institutes of Health. 2025. [Consultado el 18 de julio de 2025]. Disponible en: https://ods.od.nih.gov/factsheets/Iron-HealthProfessional/
- Iron Deficiency Anemia [Internet]. American Society Hematology. [Consultado el 18 de julio de 2025]. Disponible en: https://www.hematology.org/education/patients/anemia/iron-deficiency
- Warner MJ, Kamran MT. Iron Deficiency Anemia. [Internet]. StatPearls Publishing. 2025 [Consultado el 18 de julio de 2025]. Disponible en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/books/NBK448065/
- Kumar, S. B., Arnipalli, S. R., Mehta, P., Carrau, S., & Ziouzenkova, O. Iron Deficiency Anemia: Efficacy and Limitations of Nutritional and Comprehensive Mitigation Strategies [Internet]. Nutrients. 2022. [Consultado el 18 de julio de 2025]. Disponible en: https://www.mdpi.com/2072-6643/14/14/2976

